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viernes, 17 de febrero de 2012

MISIÓN





La MISIÓN de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la gracia y la caridad del Espíritu Santo, se hace presente en acto pleno a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, a la libertad y a la paz de Cristo, por el ejemplo de vida y la predicación, por los sacramentos y demás medios de gracia… (Ad Gentes, 5)

La razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios, que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2) (Ad Gentes, 7)

Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el Reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los Doce: “Id y proclamad la Buena Nueva”, vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos. Por lo demás, la Buena Nueva del Reino que llega y que ya ha comenzado es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que están reunidos en la comunidad de salvación, pueden y deben comunicarla y difundirla. (E. Nunciantti, 13)

…La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma; de hacer que esta sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización. (E. Nunciantti, 30)

Incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura. La Iglesia entera es misionera, la obra de la evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios. (Ad Gentes, 1 y 35). Cuando la Iglesia anuncia el Reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento de ese Reino que ya está presente y que viene. (E. Nunciantti, 59)

Así la Iglesia, en cada uno de sus miembros es consagrada en Cristo por el Espíritu, enviada a predicar la Buena Nueva a los pobres y a “buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc. 19, 10). (Puebla, 361)

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