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viernes, 3 de febrero de 2012

INCULTURACIÓN


Entre el mensaje de la salvación y la cultura humana se descubren muchas conexiones. Dios, revelándose a su pueblo hasta el momento de su plena manifestación en su Hijo encarnado, ha hablado según la cultura propia de aquellas edades.

De igual modo, la Iglesia, que ha vivido en variedad de condiciones en el correr de los tiempos, ha sabido emplear los hallazgos de las diversas culturas para difundir y explicar el mensaje de Cristo en su predicación a todos los pueblos, para investigarlo y entenderlo profundamente, para expresarlo mejor en la celebración litúrgica y en la vida de la multiforme comunidad de los fieles.

Pero, al mismo tiempo, la Iglesia, enviada a todos los pueblos de cualquier tiempo y región, no se siente ligada exclusivamente o indisolublemente a ninguna raza o nación, a ningún género particular de costumbres, a ningún modo de ser, antiguo o moderno. Fiel siempre a su propia tradición, y consciente, al mismo tiempo, de que su misión universal puede entrar en comunión con las diversas civilizaciones; de ahí el enriquecimiento que resulta, así para ella como para cada cultura. (Gaudium et Spes, 58)

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