GRACIAS
A ELISABETH
Dice el poeta hindú que "Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de
que Dios todavía no pierde la esperanza en los
hombres."
Y digo yo,
ahora: cada persona (hombre o mujer) que recibe el crucifijo misionero, que sale a Misión…, en ella Dios está
diciéndonos que espera, que confía en la Iglesia.
Desde aquí, yo
me siento interpelado: hoy, como ayer, la tarea de anunciar la Buena Nueva
sigue siendo algo de vital importancia; puesto que las gentes, de todos los
pueblos de la Tierra, necesitan la paz y la justicia, la comprensión y la
misericordia, la confianza y la solidaridad.
Por ello, mi
conclusión es inequívoca: el mundo necesita el mensaje del Evangelio. Poco o
nada avanzará la raza humana hasta que no hagamos nuestra la “ley del amor”,
hasta que no vivamos aceptando a todo ser humano como prójimo, como hermano;
reconociendo, así, que Dios es Padre de todos.
En realidad no es tan importante hacer que todos reciban las aguas bautismales que regala la Iglesia Católica, sino que sientan la gracia del don del amor (profundo bautismo) que les haga vivir de esa manera nueva que podemos llamar Fraternidad, pero que también es Reino de Dios comenzado…
Gracias,
Elisabeth, por hacernos renovar nuestro deseo de ser y hacer, un poco más cada
día, lo que nos corresponde… por, precisamente, saber que Dios nos ama ¡tanto!
José María
Fedriani