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sábado, 20 de noviembre de 2010

SIN MIEDO A HABLAR DE LO QUE PENSAMOS

EN BUSQUEDA SOBRE DIOS


Muchas veces las posturas obstinadas acaban por convirtirse, seguramente, en un obstáculo para seguir con alguna conversación, sobre cosas de las que, quizá, son pocas las veces las que hablamos.

Y es verdad que, a veces, la cuestión es de temer perder la razón (sobre todo cuando nos vamos haciendo mayores), pues hasta podemos vivir  creyendo cosas que no son, pero es que no queremos cuestionárnoslas..., no sea que nos demos cuenta de que hemos vivido en el error.

Así, nos ponemos en guardia, incluso puede que nos cerremos al diálogo, cuando tratamos temas viscerales y, por tanto que tocan nuestras fibras más sensibles (como son nuestras creencias religiosas, tal vez también políticas o de entender la belleza y la armonía); pues, al fin y al cabo, constituyen una importante parte de nuestras vidas, ya que lo normal es que, si somos conscientes de lo que hacemos, nos vamos moviendo en función a unas creencias, de nuestra manera de pensar (incluidos el valor que damos al dinero o al poder, a tener hijos o a soñar y querer creer que el mañana puede ser mejor que el ayer).

Quizá (puede ser, no digo que no), a mí me falte a mucha “cultura” de lo actual y no llegue a dónde otras personas han llegado. Por eso, de verdad, lo digo aquí, ahora: estoy abierto a que alguien me pueda ofrecer sus razonamientos, por los que se atreve a asegurar la no existencia de Dios. La verdad es que, acaso, nunca escuché con atención ciertas motivaciones... y hasta puede haber estado cerrado a escuchar otras verdades a las que nunca atendí, por parecerme tan alejadas a mis razonamientos y creencias.

Yo tengo mis certezas. Creo que podría decir algo, al respecto de mi estar en búsqueda de muchas cosas, también sobre “mis descubri-mientos” sobre Dios; pero no todo lo tengo tan completamente claro como para no estar abierto a escuchar otras opiniones... y razona-mientos. Hoy quiero estarlo, soy todo oídos; bueno o todo ojos para leer.

Al respecto:  hoy día, mucha gente, muy fácilmente, se arriesga a negar, hasta rotundamente,  la existencia de Dios. Y yo me pregunto ¿cómo se puede negar la existencia de algo o alguien que no conocemos? Se pueden afirmar las certezas, por saber que es real lo que hemos visto y oido;  pero no se puede aseverar un desconocimiento, un no saber , un dudar... El astronauta Yuri Alekséyevich Gagarin, primer hombre en el espacio (abril 1961), pudo afirmar “aquí no he visto a ningún Dios”, era su evidencia; pero lo que nunca dijo ni podría decir es “no existe” (pues estaría asegurando algo que él no podía asegurar.

Hablan del nefasto testimonio que dan muchas personas religiosas y, sobre todo, los sacerdotes, obispos, el papa; del gran negocio que  se montan en torno a las creecias religiosas de la gente, a base de engañar a sus “fieles”, prometiendo cosas que no tienen base científica ninguna, etc., etc.  Por ejemplo, se dice (más de una vez lo escuché), que nadie ha venido para decir lo que hay en el más allá.

Pues bien: al respecto yo digo que en lo primero tienen razón:  en todas partes hay “vivos” que se lo montan “divinamenete” a base de tener a la gente “enganchada” en ciertos “cultos muy rentables”.

A lo segundo puedo decir que sí, que sí han venido para decir “algo”, al respecto: a mi me consta que vino un tal Yeshúa (Jesús de Nazareth), del que hay total certeza de que vivió en la Galilea de los años 30, hijo de un artesano, y del que se sabe, con toda certeza y rigor histórico, que (en fidelidad a su creencia, entregándose hasta el final) murió crucificado en tiempos de Poncio Pilato,  por proclamar unas verdades que herían a los poderes fácticos de su tiempo, por levantarse contra el Imperio romano. Pero hay testimonios de que este hombre resucitó. Quizá nos se pueda desmostrar categóricamente de que manera lo hizo... pero sus discípulas y discípulos lo sintieron vivo y presente. Y ello les cambió sus vidas definitivamente.

Yo acepto que aún me falta mucha información sobre quien es Dios. Soy consciente de que yo no lo se ya todo y que hay ¡tanto...! que aún desconozco (por eso sigo buscando, leyendo-estudiando y meditando). No quiero quedarme como (me da la impresión de que lo hace mucha gente) conforme con mi ignorancia, y renunciar a seguir ahondado en el conocimiento del Padre de la Vida.

Gracias por escucharme-leerme, y sabed que espero otras pistas.

Un abrazo grande.

                                                                José-María





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