Allí donde se encuentran injustas desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales, hay un rechazo al orden de la paz del Señor; más aún, un rechazo del Señor mismo. (Medellín, 2,14)
La Iglesia considera ciertamente importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona, menos opresivas y menos avasalladoras; pero es consciente de que aún las mejores estructuras, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay conversión del corazón y de la mente por parte de quienes viven en estas estructuras o las rigen. (Puebla, 36)
Son, también, responsables de la injusticia todos los que no actúan a favor de la justicia con los medios de que disponen. (Medellín, 2,18)
Crear UN ORDEN SOCIAL JUSTO, sin el cual la paz es ilusoria, es una tarea eminentemente cristiana. (Medellín, 2, 20)
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