El Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien, en lo hondo de las conciencias, hace aceptar y comprender la Palabra de salvación… Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu… (E.Nunciantti, 75)
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