La Iglesia, tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización. Evangeli Nunciantti, 30)
Acerca de la liberación que al evangelización anuncia y se esfuerza por poner en práctica, más bien hay que decir: no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absolutos, que es Dios. (E. Nunciantti, 33)
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