El próximo domingo, con el lema
“¡Cuenta lo que has visto y oído!”, las Obras Misionales Pontificias lanzan la campaña del DOMUND, conocida como
la Jornada Mundial de las Misiones, y que toda la Iglesia celebra esta
cita misionera el domingo 24 de octubre.
Como cada año, nuestro Francisco nos hace llegar su mensaje para la jornada mundial de las misiones: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Su mensaje comienza con palabras tan sugerentes como: «Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Const. Gaudium et Spes, 22 del Vaticano II). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión: Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren (Mt 22,9). Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión».
Como nos dice Francisco, un elemento fundamental de la vida de cada cristiano es sentirse testigo; dar testimonio de nuestra fe, de lo que somos: Hijos de Dios. Esto, lo podemos hacer en nuestro ambiente y en nuestra vida de cada día, pero hoy, se nos invita a abrir ese horizonte, a proyectarnos hacia el mundo entero, hasta los confines de la tierra.
Si somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos, no podemos hacer oídos sordos a la llamada misionera; a salir a las periferias del mundo y convertirnos en mensajeros e instrumentos de compasión.
Este es un día en que hemos de agradecer al Señor el don que nos hace con cada misionera o misionero que regala a su Iglesia. Y, como no puede ser de otra manera, siempre lo hacemos especialmente por aquellas y aquellos que conocemos, desde los distintos lugares y diócesis y salieron al encuentro de otros hermanos en otros lugares del mundo.
Pero esta jornada nos recuerda la llamada: La misión no es otra cosa: ofrecer a los hombres, a la sociedad, a las culturas, el encuentro con el Señor de la historia y con el que es para todos… ¡amor! Y es tarea para todo el Pueblo de Dios.
Y el objetivo del DOMUND es un aldabonazo para despertad a la propuesta de volver a la raíz de nuestro ser misionero: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)».
Siempre hay que encontrar el tiempo para agradecer a las personas que hacen una diferencia en nuestras vidas
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