A
MODO DE CRÓNICA
El encuentro era una necesidad constatada.
Hace años que, en las distintas asociaciones y grupos de laicado misionero, se
ve la “crisis” de personal que existe con deseos de salir a “las misiones”. Incluso
hay ONGD o Asociaciones que ¡hace años que no tienen a nadie para salir a un
destino misionero!
Seguramente de aquí salió la idea (planteada
en una reunión de zona de OCcS): tenemos que conocernos, buscar un espacio
común para vernos y compartir inquietudes y, ¿por qué no?, ver si hay cosas que
podamos hacer juntos. Empezando por Andalucía, que es dónde ha surgido esta
iniciativa. Pues ¿qué sentido tiene estar trabajando por lo mismo sin juntarnos
para aunar fuerzas?
Ciertamente no podemos decir que nos
mueve el Mensaje del Evangelio y no movernos, siempre, en perspectiva de unidad
y no desde el punto de vista de buscar siempre lo que nos divide. Para quienes
compartimos la única fe y la misma inquietud nos era fundamental encontrarnos… para
compartir, redescubrir, construir “puentes”, establecer posibles lazos de unión.
Y sí. Ha sido posible. En Málaga (el
pasado día 18 de febrero), en la Parroquia de Cristo Rey que está atendida por
los Misionero de la Consolata, nos encontramos casi cuarenta personas (algunos
sacerdotes, mayoría de laicas y laicos con experiencias misioneras, además de
una decena de gente menuda).
Hemos orado, hemos tenido información de
la CALM (Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros de España) nos hemos
expresado abiertamente (dando a conocer nuestros no tan distantes pero sí
diferentes estilos…, compartiendo las propias realidades de cada grupo, con sus
propias peculiaridades), hemos comido (compartiendo alimentos y palabras) y celebrado
la Eucaristía (sin prisas, participativa).
Quedándonos con ganas de volver a
encontrarnos, pensando que hemos de fomentar este tipo de encuentros que,
siempre, nos enriquece, anima, alienta. Y algo más: el anhelo generalizado de
avanzar en unidad, con la conciencia de que, hoy más que nunca, nos toca ser “Iglesia
en salida” (como nos pide el Papa Francisco), Pueblo de Dios con un nuevo
rostro más coherente al Evangelio, siempre cercano a las realidades más
sufrientes del mundo actual, vivir la fe con “las puertas abiertas”.
De ahí, surgió que sería interesante
plantearnos, cada organización: ¿qué es (desde la riqueza de cada organización)
lo que podemos aportar a los demás? Ojalá no se nos vuelva una preocupación
más, sino un paso adelante: una ocupación, una tarea a asumir.
«La fe es algo inquieto y activo» decía
Martín Lutero. Así que ¡estamos en el buen camino!
Pero, haciendo de observador… yo diría
que nos queda una inquietud (más o menos generalizada) en el ambiente: ¿hay
algo que deberíamos cambiar en nuestros planteamientos sobre la Misión y sobre
cómo hacer, hoy, “animación misionera”?
Y, por esto, es que me atrevo a plantearlo
como un debate abierto:
Tal vez, es que tenemos un “problema” de
concepción. Ya hoy el mundo no entiende la idea base de las Misiones: ir a
evangelizar, llevar el Evangelio, convertir a las gentes…
Partiendo de la convicción de que no es
necesario “convertir” ni “bautizar” a nadie, de que todos los credos contienen
parte de verdad; incluso de que el “credo” de la Iglesia Católica no contiene
toda la verdad, plenamente…
Es más: que cuando “las misioneras” y “los
misioneros” vamos a “compartir la vida” con otras culturas, nos enriquecemos y
descubrimos muchos valores que son encomiables…
No es que la hora de la Misión haya
pasado. Pero sí hay que considerar que el planteamiento de la urgencia de
llevar el Evangelio a todos quienes tienen otras creencias ya no es tanta… ¡Ya
nadie piensa que son almas que se van a perder, que irán directas a la
perdición eterna por no haber conocido a Jesucristo!
Pero es que, además, al mismo tiempo, nos
damos cuenta de que, acaso, la urgencia la tenemos en casa, en estas sociedades
de vieja cristiandad; donde los valores evangélicos (confianza, solidaridad,
compartir, amor fraterno, justicia) están más en desuso que en otras partes del
mundo, entre otras tantas gentes que aún no han sido bautizadas.
Paralelamente, ya aquello de “llevarles
la salvación, bautizándolos…” ya no es un “concepto” válido; pues desde el
Vaticano II, sabemos (tenemos más claro) que la salvación abarca a todo el
género humano; que toda criatura es hija o hijo de Dios.
Y si es así ¿no tendríamos que re-plantearnos la evangelización para el siglo XXI más como un abrazarnos, un acogernos, un despertar a la solidaridad… (empezando por casa)?
Vivir el Evangelio hoy ha de tener, más
de “amor comprensivo” que de “tarea conquistadora”… Y para eso no hacen falta “vocaciones” para
irse a las Misiones…
Mirando estas realidades, las
asociaciones de laicado misionero, ahora, en 2017… bien nos podríamos
preguntar: ¿evangelizar, dónde, a quienes, cómo…?
El tema de Misiones, tendría que
revisarse profundamente; a nivel de Iglesia universal, atendiendo a la realidad
de nuestro mundo actual. También leyendo los “signos de los tiempos”. Se dice
mucho eso de “no hay vocaciones”.
¿Y por qué? Quizás hemos fallado en no
saber hacer una buena “animación misionera”; pero ¿no habrá también otras causas?
Porque personas de buena voluntad, dispuestas a comprometerse con causas
justas, siguen habiéndolas. No toda la juventud está pensando en coches nuevos
o festivales de música electrónica o en emborracharse los fines de semana… Nos
consta que no es así. Hay mucha conciencia social, bastante capacidad para
comprometerse con causas que merecen la pena, que son de justicia. Pero eso de
irse a las misiones difícilmente lo ven.
Respecto a resolver las desigualdades
Norte-Sur (cuestión fundamental si queremos que el mundo sea un lugar de
justicia, dónde se viva la fraternidad, sabiendo que todos somos hijos del
mismo Padre-Dios), para eso no hay que ir a ninguna parte…, que la pobreza del
Sur no es ni más ni menos que ¡consecuencia del enriquecimiento del Norte!
¿Cómo entender hoy el mandamiento de
Cristo resucitado de “Id a todo el mundo y anunciad el Evangelio, bautizándolos
en Trinidad”?
Quizás se trata de (más que con palabras,
con hechos) de demostrar que ¡hemos descubierto y creemos que Dios es Padre de
todos, que creemos en la posible Fraternidad de todos los hijos de Dios!
Empezando por vivir el amor en nuestras casas (pero sin cerrar puertas y
ventanas).
Creo (quiero creer) que el Espíritu sigue soplando, animándonos, iluminándonos ¡para que no decaigamos, para que sigamos trabajando por el Reinado de Dios! Pero de otra manera. Pero si nos atemorizamos, nos escondemos, nos tapamos los ojos ¡no nos vamos a enterar de qué es lo que nos está pidiendo hoy, aquí y ahora!
Pidámosle fuerza, valor, coraje, ánimo.
El Mensaje del Evangelio ¡seguro que tiene sentido!, y en nuestras manos está
que fructifique. Amén.
JMF
Ver también:
https://blog-laicoscombonianos.es/2017/02/23/i-encuentro-del-laicado-misionero-en-andalucia/
https://blog-laicoscombonianos.es/2017/02/23/i-encuentro-del-laicado-misionero-en-andalucia/
Lovely Pictures <3.
ResponderEliminarRegards.
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