HACIA UNA SOCIEDAD
DIVERSA Y PLURAL
La realidad es que marchamos... hacia una sociedad diversa.
Seguramente es que avanzamos hacia una “raza cósmica” que nos explicaba, hace años un antropólogo brasileño: todas la razas del mundo están llamadas a encontrarse-entrelazarse-mestizarse... Y, con ellas, con las razas, las diferentes maneras de ver y entender la realidad.
Está claro que avanzamos hacia una realidad globalizada. Podemos protestar, decir que no nos gusta eso de la globalización, que es algo que está movido por las grandes empresas multinacionales, etc. Pero... ¡esto no tiene vuelta de hoja!, una vez que hemos abierto las ventanas... ¡el aire fresco (o tórrido) ha entrado y ha invadido toda la casa!
Sí, irremediablemente, marchamos hacia una sociedad diversa y plural. Nos guste o nos moleste, esa es la realidad.
Y eso se traduce, cotidianamente, en muchos y muy diversos aspectos: nuestros hijos e hijas se hacen amigos y amigas de personas muy muy “diferentes” de lo que nos imaginábamos...; incluso, alguna que otra vez, intimidan o hasta se llegan a emparejar con alguna persona de esas que, quizá, si nos la encontráramos por la calle, hasta le habríamos hecho un cerco para no topárnosla muy de cerca, “por si acaso”...
Y, si queremos “entrar” en la realidad que nos ha tocado vivir, y hacerlo éticamente, pues tenemos que “re-plantearnos” muchas cosas que, seguramente, hace unos años las teníamos muy claras y bien asentadas. Pero ¡hemos entrado en el siglo 21 con todos “sus flecos”!
Aunque a veces nos cueste, hasta nos duela, en nuestro planeta Tierra hay muchas y muy diversas culturas (creyentes y paganas)... y maneras de ver-sentir-vivir la realidad. Y como “las fronteras” van cayendo... pues, cada vez más, vamos en el mismo barco.
Como dice Pedro Casaldáliga: “El mundo es pluricultural, y debe serlo, para seguir siendo un mundo humano, y para que las diversas culturas de los diferentes pueblos continúen reflejando la imagen y semejanza de Dios con que van siendo creadas. Como cada persona es una imagen singular del Dios creador, cada pueblo es como una imagen colectiva de ese mismo Dios, que es comunidad trinitaria”.
Esto tiene mucho que ver con el tema “familia”: porque Dios es FAMILIA, Dios es UNA Comunidad de Amor, al mismo tiempo que es UNA única realidad de Amor salvífico, que VIVE en total UNIDAD su pluralidad. Y es un “dogma” que no se nos ha sabido explicar muchas veces, pero que es básico para poder comprender cómo somos los humanos: creados “según Él”, no podemos alcanzar ninguna plenitud como humanos mientras no vivamos “en comunidad de amor”, o sea, EN FAMILIA. ¡Como Dios!.
Pero hay muy diferentes “modelos” de hacer familia; dependiendo de las culturas de los pueblos y también de las realidades históricas que nos han tocado vivir. Así, nada tiene que ver la tribu africana o los kibutzin de Israel... Ni tampoco el concepto de familia de nuestros abuelos al de nuestros hijos...
A mi entender, el ideal de familia sería el que “aprendimos” cuando éramos niños: “círculo de personas que se quieren...” incluyendo no sólo a padres e hijos, sino también a abuela y tías..., conviviendo en un espacio geográfico de cercanía y de mutua ayuda...
El modelo de familia propuesto por la Iglesia (que es “un modelo”; o sea algo “a imitar”), es el que nace y se desarrolla dentro de un Matrimonio de creyentes (hombre y mujer de fe adulta), muy generosos mutuamente y siempre abiertos a convertirse en “familia numerosa” y responsables para educar, auténticamente, a sus hijos en la fe cristiana...
Pues está muy bien, pero... ¿quién alcanzará ese objetivo?
La realidad es que ese “estado perfecto” casi no existe...
La realidad es que “el círculo de gente que te quiere” (definición de familia que me parece “aceptable”), varía mucho de unas situaciones a otras (familia es aquella en la que hemos nacido o la que hemos elegido, pueden estar unidas por linaje o por amor; puede ser típica: mamá, papá, niños, perro o gato... o puede ser tan diversa como las “posibilidades” de cualquier “conjunto de elementos” diferentes...).
A parte de aceptar que la realidad no suele ser “perfecta” es que si nos quedamos mirando sólo al “cuadro de familia” que nos presenta la Iglesia... estaremos viendo lo que no es verdad.
Los políticos tienen “unas razones” que mejor no preguntarnos cuales son... (seguro que son mayoritariamente “interesadas” y seguramente “sucias”, además de erróneas, pues nunca puede haber “matrimonio” entre homosexuales, obvia y evidentemente); pero tampoco se puede tachar de “falsa moneda” toda la que no sea con la cuñación que más nos gusta: igual que sucede con las de euro, (es un simple ejemplo) aunque todas tienen una cara común... la otra está diseñada por cada país; siendo todas válidas.
La Conferencia Episcopal también confunde el “casarse” (que es compartir casa) con lo que es un “matrimonio” (efectivamente “expresión institucional del amor de los cónyuges”...).
Una cosa es que no sea admisible lo del “matrimonio” entre quienes no puedan tener unas relaciones “genéticas-matrimoniales”; pero ¿por qué no puede haber justicia y solidaridad sin familias basadas en el matrimonio?. Y ¿por qué no van a poder adoptar las parejas, o los tríos, de homosexuales?. Acaso ¿es mejor que esas criaturas que están “acogidas” en orfelinatos sigan recibiendo el “ejemplo de la polidaridad sexual conyugal” que representan unas monjitas (que, en muchos de los casos, entienden lo que es el sexo como algo “cochino y pecaminoso”)?.
La opción de vivir “en familia” (pienso) no únicamente ha de estar para quienes quieran ser verdaderos matrimonios ¡y fecundos!.
Bueno, que la “honda crisis demográfica que padecemos” es seguramente más fruto del egoísmo de los muchos matrimonios “establecidos” que se quedan sólo “con la parejita”, que de que las personas del mismo sexo que pretendan casarse...
Creo que más nos tendría que cuestionar... que el “modelo” de familia que ofrece la Iglesia no convenza a muchos de nuestros jóvenes y que la mayoría de los que “se casan” por la Iglesia lo hacen por “otros motivos” más peregrinos que morales, más estéticos que éticos.
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias... de los humanos...” (G.S. 1) no siempre “encuentran eco” en el corazón de la Iglesia (o al menos no lo parece, ni mucho menos). Claro que, a lo mejor “el corazón de la Iglesia” no está en el Vaticano ni en los Sínodos de Obispos...; sino, quizás, en los barrios marginales, en las fabelas, en las colas de parados, en las pateras que ya casi se hunden... Y en donde quiera que sea... que hay gente que sabe amar.
Por eso, tenemos que abrirnos y adoptar una actitud de escucha receptiva y comprensiva de cómo la misma “realidad” es vista por otra gente...: cosas como ¿qué es una familia?, ¿una mujer y un hombre que deciden vivir juntos para siempre...?, ¿una comunidad de convivencia y amor recíproco?, ¿para siempre... o hasta que la convivencia deje de ser posible..., porque el amor se ha convertido en una larga lista de desencuentros y resentimientos?, o... ¿es un error de la naturaleza el sentir “de otra manera”, el querer vivir la sexualidad de un modo muy distinto a como yo me lo he planteado siempre?, ¿de verdad es un error de la naturaleza o, simplemente, es algo diferente, quizá minoritario...?
Sí, cada ser humano está en la vida porque el Padre-Dios lo ha querido ¿o no?... Y cada persona es “imagen y semejanza de Dios”, aunque se nos haya educado en que hay “imágenes” que mejor que no nos gusten...
Descubrir a Jesucristo y a su Evangelio es, seguramente, lo más importante que me ha pasado en la vida. Y he de reconocer que lo descubrí en el seno de la Iglesia: en una familia cristiana y en un entorno de personas creyentes en Jesucristo y su Mensaje. O sea, en la Iglesia.
Y ha sido en la Iglesia, en la que durante todos estos años he entendido y creído que era la Iglesia de Cristo, donde he aprendido a vivir según un “credo” que he hecho mío.
He conocido que Dios es una Realidad Trinitaria: que es Padre y es Hijo y es Espíritu. Que es Amor, que es Salvador, que es Comunicación y Vida.
Y también he sabido que su Proyecto es... ¡todo un Reino de Paz, de Amor, de Esperanza, de Justicia, de Confianza, de Fraternidad!
Por eso, he ratificado que es “Madre y Maestra”, vivificadora y educadora...
Pero, también, como formada por humanos, aún sin dejar de estar cerca de Quien únicamente es Santo, es pecadora y está cargada de equívocos y errores... También de envidias y vanidades, de egoísmos y falsedades, de odios y asesinatos, de orgullos y de ambiciones, de avaricias y de tantos apetitos desordenados...
Y, sobre todo, está infectada del pecado de la oscuridad, del encerramiento, de creerse la única portadora de la Verdad... Y ese es el “pecado de la riqueza”, que cierra puertas, que lleva a no esperar nada de nadie, a no estar dispuesta a “buscar con”, sino que sólo quiere imponer “su verdad”, “su única razón” y, así, dogmatizarlo todo... y “condenar” a quienes no estén “de su parte”.
Pero, lo peor de todo (a mi entender) es que así, se deja fuera una parte muy importante del Mensaje de Jesucristo: su dimensión UNIVERSAL.
Sí, la Iglesia Católica, se ha basado sobre la fe y las Escrituras de un pueblo: sobre la Biblia y las vivencias del Pueblo de Israel... Y en la Iglesia cristiana siempre partimos de aquella concreta “historia sagrada”... Como si fuera la única “Historia de la Salvación”.
Y el caso es que hay otras, ¡muchas! Historias llenas de experiencias salvíficas; otras mucho libros sagrados (son otras “biblias”) llenas de Verdad: los hinduistas lo llaman “Rigueda” (o libro de “Los Vedas”), los budistas “Tripitaka”, los sij “Guru Grant Sahib”, los bahai “Al-Kitab al-Aqdas”...
Estos Libros Sagrados, son lo que para los Israelitas “La Biblia” y para el pueblo cristiano el “Antiguo Testamento”...
Podríamos decir que a todos les falta “El Nuevo Testamento”, ¡LO NUEVO QUE JESUCRISTO TRAJO!, ¡PARA TODOS LOS SERES HUMANOS!, ¡sin distinción de raza, edad, sexo, condición o religión!, ¡PARA TODOS!
No es el Dios del Antiguo Testamento en el que hemos de creer los cristianos, sino en el Dios de Jesucristo, el Dios-Amor del Nuevo Testamento. Una nueva “visión” de Dios que supera todas las anteriores y se convierte en “revolucionaria”: rompe ¡todas las imágenes incompletas de Dios anteriores!. Ahora, ya no hacen falta “religiones” porque El es nuestro Padre.
A la mujer samaritana, junto al pozo de Jacob, Jesús le pide agua... y le dice que a Dios se le ha de adorar “en espíritu y en verdad”, “en cualquier lugar”... y nos enseña que Él no hace acepción de personas.
Él también dijo: “Id al Mundo entero... y predicad el Evangelio”, nunca: “id e imponed el Evangelio”... Tiene que ser una INVITACIÓN. Y no excluye a nadie...
La BUENA NUEVA de la Salvación es, tiene que ser, UNIVERSAL.
Jesucristo esto es lo que quiso...
Seguiremos conversando.
Un abrazo, José-María
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ResponderEliminarwill yes bless You Gentlemen!