La alegría cristiana es por esencia una participación espiritual de la alegría insondable, a la vez divina y humana, del corazón de Jesucristo glorificado. Tan pronto como Dios Padre empieza a manifestar en la historia el designio amoroso que El había formado en Jesucristo, para realizarlo en la plenitud de los tiempos, esta alegría se anuncia misteriosamente en medio del Pueblo de Dios, aunque su identidad no es todavía desvelada. (Gaudete in Domino, Pablo VI, II,1)
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