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martes, 17 de junio de 2014

VIVIR LA EUCARISTÍA


 
    ESTANCADOS   

           

            El Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia... pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.

 

         Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿ Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas, o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?

 

         Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.

 

         Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?

 

         Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.

 

         Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin  más criterios de renovación?

 

         La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo” ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana”. ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?      

 

         El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra  de modo admirable el núcleo de nuestra fe?

 

José Antonio Pagola

 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a impulsar la renovación de la Iglesia. 
22 de junio de 2014
Cuerpo y Sangre de Cristo
Juan  6, 51-58

 

sábado, 14 de junio de 2014

ANTE UN MISTERIO DESVELADO


TRINIDAD  Y VIVIR SOLIDARIO

 
         Dios que es salvador, que quiere nuestra felicidad (eterna, desde ya pero para siempre), se nos revela TRINIDAD.
       ¿Para qué?
 
       A muchos catequistas, les hemos oído decir, durante mucho tiempo, que Dios-Trinidad  era un "misterio" a creer... pero que no teníamos porque entender...
 
       Otras veces, paralelamente, a muchos cristianos "de calle", les hemos oido decir "yo no me gasto energías (o no me caliento el tarro) pensando esas cosas..., ya hay demasiada gente que se pasa la vida pensándolas, aunque a nadie le interesen..."
 
       Sin embargo, yo pienso que el “misterio” de la Trinidad es lo más esencial que tiene esta maravillosa manera de vivir que es la de seguir el “misterio revelado” por Dios, a través de toda la Historia de la Salvación y, más específicamente, con la Palabra Viva del Dios Trino, con Jesucristo.   

       Y ¿por qué?
 
       Pues porque la clave de nuestra felicidad está en aprender a vivir “como Dios” y eso sólo lo podemos hacer sabiendo cómo es la naturaleza de Dios: Comunidad de Amor solidario.
 
       Sabiendo que Dios no es un ser solitario, sino UN SER colectivo, Trinidad, podemos comprender perfectamente cómo somos nosotros, que fuimos  “creados a su imagen y semejanza”; o lo que es lo mismo: hechos para vivir amando y compartiendo, siendo seres solidarios, viviendo “en Comunidad”, amándonos los unos a los otros…

       ¿Una invitación?, ¿un reto?, ¡un camino a seguir!

 
                                             J.M. FEDRIANI



 

sábado, 7 de junio de 2014

EN COMUNIÓN


 
Una canción para hoy
(…tal vez para siempre)




Cuando rezamos, cuando cantamos,
cuando la fiesta es
un celebrar gozoso, es el día
 grande: Pentecostés.
Cuando llevamos en nuestras manos
un resplandor de luz.
En nuestros pechos vive y palpita
el que murió en la cruz.
 


 

Cuando el Señor habita en nosotros,
siempre es Pentecostés.
Cuando el amor nos canta en la vida,
siempre es Pentecostés.
Cuando queremos comprometernos
en una misma fe,
una tarea, un compromiso,
siempre es Pentecostés.
Cuando decimos sí a la Iglesia
con plena lucidez,
soplan de nuevo vientos del cielo
porque es Pentecostés.
 
 


Cuando los hijos ya van creciendo
y dicen que quieren ser
miembros de Cristo y de su Iglesia,
siempre es Pentecostés.
No nos separan lenguas ni razas,
nuestra consigna es
ser en el mundo un testimonio
porque es Pentecostés.
 
 

 

Cuando la fuerza, que estaba oculta,
vence con su poder,
nuestros temores, nuestro egoísmo,
siempre es Pentecostés.
Cuando aceptamos ser levadura
y llama que quiere arder,
nos vinculamos más a la Iglesia
porque es Pentecostés.